Monday, June 4, 2012

Jueves 7 de junio: presentación del libro "Judith Butler en disputa"


El próximo jueves 7 de junio a las 19 h. en el Salón de Grados de la Facultad de Filosofía y Letras (19 h.), tendrá lugar la presentación del libro: Judith Butler en disputa, coordinado por Patricia Soley-Beltran y Leticia Sabsay y editado por Egales. En el acto participará como moderadora la profesora Guadalupe Calvo (Didáctica, UCA) y como ponentes los profesores Francisco Vázquez, catedrático de filosofía de la UCA y Jesús González Fisac, profesor de la UCA y coautor del libro. Incluimos debajo el texto de la intervención de Francisco Vázquez:


PRESENTACIÓN DE JUDITH BUTLER EN DISPUTA, eds. Patricia Soley-Beltran y Leticia Sabsay, Madrid, Egales, 2012

Por Francisco Vázquez (UCA)



No pretendo sólo reiterar un acto de habla ritual en este género de celebraciones cuando digo que es un regalo para mí participar en esta presentación. Esto es así porque el libro que hoy damos a conocer es todo un acontecimiento, no sólo en el ámbito estricto de los Estudios de Género y el Pensamiento Feminista, sino en el territorio más amplio de la filosofía contemporánea que se hace en España. Se trata de un volumen en el que colaboran los principales especialistas españoles en la obra de Judith Butler. Esta teórica y activista  norteamericana se ha convertido en pocos años, especialmente desde la publicación de El Género en Disputa y Cuerpos que importan, en una referencia constante del pensamiento y de las ciencias sociales. A pesar de su juventud ha conocido una popularidad inusual en alguien que se dedica a la filosofía, hasta el punto de que se ha hablado de butlermanía para referirse a este fenómeno. A las personas que están vinculadas de un modo u otro al máster de Género, Identidad y Ciudadanía impartido entre las Universidades de Cádiz y de Huelva, poco tengo que decirles respecto a una autora de la que han oído hablar sobradamente y que constituye uno de los pilares teóricos de esos estudios.

A pesar de este eco, la bibliografía sobre Butler en castellano no es tan abundante. Las principales monografías y artículos en España han sido publicadas en lo fundamental por los seis autores –sin contar a la propia Butler- cuyos trabajos están recogidos en este volumen. En cada caso la orientación de estas intervenciones difiere por el enfoque y por la disciplina involucrada. Los trabajos de Pérez Navarro, Elvira Burgos y Jesús González Fisac contrastan la obra de Butler con otras tradiciones filosóficas; trátese del feminismo de la igualdad, del constructivismo, de la filosofía analítica o de la fenomenología. Los trabajos de Soley-Beltran y Leticia Sabsay, de una notable densidad conceptual, confrontan los conceptos de Butler con las indagaciones empíricas de la sociología de la transexualidad o con el trasfondo del psicoanálisis lacaniano. Lídia Puigvert y en general la propia Butler en la entrevista con Sabsay y Soley-Beltrán incluida en el libro, apuntan más bien a deslindar los compromisos estrictamente militantes y ético-políticos de la filósofa.

Estas diferencias apuntadas entre los autores son antes distinciones de grado que compartimentos estancos. Un denominador común a todas estas colaboraciones es que en general siempre comienzan aludiendo a la temática ontoepistémica de Butler –alrededor de los conceptos de performatividad, citacionalidad, materialdad, la discusión acerca del construccionismo, etc- para desembocar invariablemente en los problemas de orden ético-político –la potencia subversiva de lo exterior constitutivo, las temáticas de la vulnerabilidad y la precariedad, el asunto de la responsabilidad y la agencia. Es como si todas las intervenciones reiteraran, a su modo, el propio trayecto de la misma Judith Butler.

Merece la pena destacar que un compañero nuestro, Jesús González Fisac, que también cursó hace unos años el Máster de Género, Identidad y Ciudadanía, forme parte de un elenco tan destacado de especialistas. El mérito –él me lo va a permitir- es tanto mayor cuanto que su aventura exploratoria en la obra filosófica de la norteamericana se ha abierto paso en solitario –o en la silenciosa compañía de Michel Foucault- haciendo por sí solo el camino hasta entrar en contacto con los grandes exégetas butlerianos, entre los que actualmente está reconocido.

Entrando con más detalle en la médula del libro, hay que decir que éste se inicia con el ruido y la furia de una polémica. En ese primer capítulo, Pablo Pérez Navarro pasa revista a las críticas dirigidas contra Butler por parte de dos eximias feministas “ilustradas”: Martha Nussbaum y Celia Amorós. Ambas cuestionan la teoría de la performatividad del sexogénero y sus supuestamente calamitosas consecuencias políticas. Se trata de mostrar que estos achaques obedecen en realidad a una profunda incomprensión de la obra butleriana, derivada de la resistencia de Nussbaum y Amorós a abandonar cierto referente ontológico. Se trata del modelo binario de los sexos-géneros entendido como base última e intrascendible de toda crítica feminista; desde esta convicción el cuestionamiento butleriano de ese esquema sólo puede ser objeto de condena.

Por su parte y en continuidad con su conocida monografía –me refiero a Transexualidad y la matriz heterosexual, Patricia Soley-Beltran aplica la teoría de la performatividad de la matriz heterosexual de Butler a la sociología empírica de la transexualidad. Se muestra, a partir de este estudio de caso, que todos estamos atrapados en la cadena ritual e inconsciente de la matriz heterosexual, tratando de performar un sexo-género tan perfecto como imposible, tan utópico como objeto de ironía. Las personas trans lo ejemplifican porque el ajuste a los estándares de género aparece de forma explícita, al experimentar en carne propia esa permanente inadecuación con semejantes patrones.

Elvira Burgos comienza conduciéndonos al corazón de las tinieblas ontoepistémicas del laberinto butleriano. Aclara las nociones de materialidad y performatividad entendidas al modo derrideano como citabilidad o iterabilidad, retomando las distancias del autor de Limited Inc respecto a la teoría analítica de los actos de habla. Este planteamiento le permite a Butler rebasar la dicotomía entre esencialismo y construccionismo –entendido este de un modo para mi gusto un tanto restringido, como determinismo lingüístico que excluye toda capacidad de agencia. Las normas de sexo-género tienen autoridad porque son reiteradas o citadas de continuo, pero es posible la agencia desde dentro de esas mismas normas, a partir de lo abyecto, de lo excluido interior o exterior constitutivo, que da cuenta de la condición inestable y contingente de la cadena normativa. La discusión que Elvira Burgos establece con Verónica Vasterling le permite entrar en conversación con la fenomenología merleaupontyniana transitando desde el terreno ontoepistémico al de la ética y la filosofía política, sacando a colación las cuestiones de la agencia, la responsabilidad, la constitución interdependiente del yo y la vulnerabilidad. Nos queda así una Butler de cierto regusto derrideano más que foucaultiano.

La siguiente estación pasa por Lacan y el psicoanálisis. Se trata del sofisticadísimo estudio de Leticia Sabsay. De nuevo el paso obligado lo constituye la distinción de orden ontoepistémico  entre el antifundacionalismo construccionista –una mezcla incongruente de determinismo lingüístico, relativismo político-moral y voluntarismo ingenuo- y el postfundacionalismo de Butler. Este último abre paso a la acción transformadora gracias a su énfasis en la contingencia de las normas, la subversión desplegada desde el exterior constitutivo y la opacidad del sujeto respecto a sí mismo. Este último elemento le permite enlazar con la segunda parte de su argumentación: la opacidad remite al aspecto psíquico del sujeto performativo, una dimensión nunca esquivada por Butler y que permite la confrontación entre el planteamiento de ésta y el esencialismo culturalista de obediencia lacaniana.

Con el trabajo de mi compañero Jesús González Fisac, el libro alcanza sin duda sus mayores simas de hondura especulativa. Butler subraya la condición retórica del lenguaje, lo que lo desliga de la gramática, condición –pace Nietzsche- de la factura metafísica del fenómeno lingüístico. Este desfondamiento queda aclarado a través de la proximidad de la performatividad butleriana a la teoría austiniana de los actos de habla. Aparentemente estas hechuras retóricas alejan a Butler de la fenomenología y de su insistencia en la “voz” como trasunto de un sujeto fundador de los actos de habla. Pero la aproximan a otra fenomenología; la que remite al lenguaje como un campo de acontecimientos nunca totalizable ni abarcable, un horizonte abierto en el triple éxtasis temporal y plagado de esos “agujeros negros” que representan los otros y sus cuerpos, marca de su finitud y de su inesquivable vulnerabilidad. De nuevo encontramos aquí, como en casi todos los trabajos contenidos en el volumen, ese movimiento de fuga que conduce desde los motivos ontoepistémicos de Butler –esta vez en diálogo con la filosofía del lenguaje- hasta los compases de la filosofía práctica.

El capítulo redactado por Lídia Puigvert constituye en cierto modo una excepción respecto a esta pauta general. Todo el desarrollo se concentra aquí desde el comienzo en la dimensión ética y política del trabajo de Butler afrontada, no tanto desde un plano especulativo como desde la experiencia vivida y compartida con la filósofa norteamericana en distintos foros. Destaca el interés de ésta, de resonancias muy foucaltianas, por evitar el monopolio académico del discurso feminista. Este rechazo al imperialismo ejercido por las mujeres universitarias se traduce en su preocupación por escuchar y dar voz propia a las minorías sexuales, atendiendo a su visibilización y a sus derechos. Pero estos  requieren un marco, lo más inclusivo y universal posible,  para oponerse a los prejuicios que impiden a muchas personas llevar una “vida habitable”. El resultado es un retrato de Butler completamente alejado del tópico que la identifica con el comunitarismo hermético o con las frivolidades cínicas del relativismo postmoderno. 
El libro se cierra con la propia voz de Judith Butler recogida en una
entrevista que se titula “Jugársela con el cuerpo”. En este caso Butler se sumerge también, desde el comienzo, en su deriva más reciente, aludiendo a los temas de la vulnerabilidad, la precariedad desigualmente distribuida, las tentativas para recuperar el pensamiento de Hannah Arendt y el debate con la ética del cuidado. En tiempos de reactivación neoliberal del individualismo posesivo y de las teorías del agente racional, Butler enseña que estamos siempre expuestos a los otros, dependemos de los otros, de modo que la acción política debe plantearse transversalmente, más allá de la lucha de identidades y autoconciencias bien guarnecidas y ensimismadas, subrayando en cambio su vulnerabilidad y contaminación permanentes. Siguiendo esta estela, los distintos trabajos que componen el libro y que ayudan a diseminar la mirada butleriana, alimentan el carburante de un pensamiento crítico, más necesario que nunca en estos tiempos tan recios, como diría Santa Teresa.     

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