Acaba de ver la luz en el último número de la revista Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 63 (2011), 2, pp. 591-596, un "ensayo-reseña" de Francisco Vázquez, titulado "La explicación social de los trastornos alimentarios: una lección de rigor frente a los trucos del ilusionismo". Se trata de un comentario bibliográfico sobre la obra de José Luis Moreno Pestaña, Moral corporal, trastornos alimentarios y clase social, Madrid, CIS, 2008. Reproducimos debajo un extracto:
"Comenta Nietzsche, en un aforismo incluido en Aurora, que la ciencia funciona al revés que la prestidigitación. En ésta, el mago nos hace ver —haciendo desparecer al sempiterno conejo— una
causalidad simple donde en realidad opera la compleja causalidad del truco y del montaje. La ciencia en cambio (al explicar algo de aspecto tan corriente como la caída y la puesta de sol, por ejemplo) nos revela que tras la aparente simplicidad se oculta un mecanismo causal bastante complicado. Este mismo empeño es el que gobierna la investigación de José Luis Moreno Pestaña. Se trata por una parte de un análisis sociológico de los trastornos alimentarios. En ningún caso se niega la condición patológica de éstos. Frente a versiones más o menos vulgares de Foucault o de la «teoría del etiquetaje», filtradas políticamente por el feminismo, la queer theory o la antipsiquiatría, se afirma decididamente que los trastornos alimentarios constituyen una enfermedad. No se está ante construcciones sociodiscursivas promovidas por un aparato psiquiátrico puesto al servicio de las fuerzas del patriarcado, el control social o la clase dominante.
Ahora bien, este reconocimiento de la condición patológica inducida por restricciones alimentarias intensas, implica al mismo tiempo recordar que no se trata sin más de patologías orgánicas o psíquicas, sino que hay dinámicas sociales que las propician. Aquí se toma distancia tanto de las explicaciones biologicistas como de las cognitivo-conductuales o psicoanalíticas.
Más allá de esas causalidades sencillas, «ídolos del teatro» que funcionan como «refugios de la
ignorancia» (Spinoza dixit), trátese de fuerzas sociales abstractas (Patriarcado, Poder psiquiátrico, Capitalismo, Sociedad reflexiva, etc..) o de entidades biológicas o psíquicas invocadas al modo de «virtudes dormitivas» (genes, neurotransmisores, hormonas, traumas), o simplemente del azar y la contingencia individuales, se trata de explorar esas dinámicas sociales propiciatorias, siguiéndolas en toda su complejidad y concreción, no remitiendo a causas sin más, sino desgranando en detalle y en toda su variedad de registros, los mecanismos sociales implicados. Esta voluntad de rigor envuelve toda la argumentación y contrasta a la vez con el ilusionismo de las explicaciones postmodernas y objetivistas, y con el funambulismo de los que invocan una mezcla difusa de lo social y lo biopsíquico para dar cuenta de estos trastornos."
causalidad simple donde en realidad opera la compleja causalidad del truco y del montaje. La ciencia en cambio (al explicar algo de aspecto tan corriente como la caída y la puesta de sol, por ejemplo) nos revela que tras la aparente simplicidad se oculta un mecanismo causal bastante complicado. Este mismo empeño es el que gobierna la investigación de José Luis Moreno Pestaña. Se trata por una parte de un análisis sociológico de los trastornos alimentarios. En ningún caso se niega la condición patológica de éstos. Frente a versiones más o menos vulgares de Foucault o de la «teoría del etiquetaje», filtradas políticamente por el feminismo, la queer theory o la antipsiquiatría, se afirma decididamente que los trastornos alimentarios constituyen una enfermedad. No se está ante construcciones sociodiscursivas promovidas por un aparato psiquiátrico puesto al servicio de las fuerzas del patriarcado, el control social o la clase dominante.
Ahora bien, este reconocimiento de la condición patológica inducida por restricciones alimentarias intensas, implica al mismo tiempo recordar que no se trata sin más de patologías orgánicas o psíquicas, sino que hay dinámicas sociales que las propician. Aquí se toma distancia tanto de las explicaciones biologicistas como de las cognitivo-conductuales o psicoanalíticas.
Más allá de esas causalidades sencillas, «ídolos del teatro» que funcionan como «refugios de la
ignorancia» (Spinoza dixit), trátese de fuerzas sociales abstractas (Patriarcado, Poder psiquiátrico, Capitalismo, Sociedad reflexiva, etc..) o de entidades biológicas o psíquicas invocadas al modo de «virtudes dormitivas» (genes, neurotransmisores, hormonas, traumas), o simplemente del azar y la contingencia individuales, se trata de explorar esas dinámicas sociales propiciatorias, siguiéndolas en toda su complejidad y concreción, no remitiendo a causas sin más, sino desgranando en detalle y en toda su variedad de registros, los mecanismos sociales implicados. Esta voluntad de rigor envuelve toda la argumentación y contrasta a la vez con el ilusionismo de las explicaciones postmodernas y objetivistas, y con el funambulismo de los que invocan una mezcla difusa de lo social y lo biopsíquico para dar cuenta de estos trastornos."
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