Se acaba de editar en Barranquilla (Colombia), por la Red Hila (Red Iberoamericana en Ciencias Sociales con Enfoque de Género) y la Universidad Simón Bolívar, el volumen colectivo tituado Discurso, Compromiso, Historia. Una aproximacion sociológica al trabajo intelectual y político. El libro incluye aportaciones de María Nohemí González Martínez, María Francisca Fernández Cáceres, Juan Gustavo Núñez Olguín, Adriana Razquín Mangado y Jesús González Fisac, todos ellos miembros del grupo de investigación HUM-536, de la Universidad de Cádiz. Se inserta debajo el prólogo del libro, redactado por Francisco Vázquez, que da una idea sintética sobre su contenido.
LA INTELECTUALIDAD
QUE NO CESA
por Francisco
Vázquez García
La
sociología y la historia de los intelectuales conocen desde las últimas
décadas, un creciente interés en los ámbitos académicos de España y
Latinoamérica.[1]
Aunque se discute mucho sobre la pervivencia de este personaje en el mundo
global, donde la concentración de la industria cultural, por no hablar de la
profusión de Think Tanks articulados
por grandes partidos y organizaciones económicas internacionales, deja poco
margen al pensamiento independiente, no se duda en reconocer su importancia en
los movimientos sociales más proactivos. Los nombres de Eduardo Galeano,
Enrique Dussel, Marta Harnaecker, Vicenç Navarro, o los de José Saramago y José
Luis Sampedro, recientemente fallecidos, vienen a recordarnos que la instancia
del intelectual crítico, aunque sea de un modo intermitente, no ha desaparecido
de nuestro horizonte.
Los
intelectuales, definidos como grupo social de productores simbólicos,
involucrados en el campo político, esto es, que toman posición en el debate
público acerca de cuestiones de interés colectivo, componen un sujeto histórico
característico del paisaje cultural latino, siendo más excepcional su presencia
en el mundo anglogermánico. Esto se cumple en los estudios reunidos en esta
compilación, con la notoria excepción de Judith Butler, que además es la única
mujer e intelectual viva abordada en la misma.
Esta
boyante historia social de los intelectuales practicada en España y América
Latina, se encuentra además muy alejada del idealismo lingüístico, es decir, de
la focalización exclusiva en el comentario de los grandes textos, y prefiere
proyectar el examen de las obras en sus contextos sociopolíticos. Aunque
Gramsci sigue suministrando herramientas decisivas en esta disciplina, los
investigadores y estudiosas de España y Latinoamérica siguen manteniendo una
fuerte dependencia respecto a metodologías y enfoques de procedencia francesa
(Bourdieu, Charle, Sirinelli, Ory, Winock). Este nexo se advierte en los
trabajos que componen este volumen, donde se deja sentir la incidencia de
Bourdieu y de su escuela, aunque destaca también el intento de hacer valer una
aproximación propia, que bebe además de otras fuentes, ya sea Ortega o Randall
Collins.
El
conjunto ofrecido al lector permite, en mayor o menor medida, atender a las
distintas dimensiones del campo intelectual.[2] En primer lugar, el
análisis de las trayectorias, subrayado en los trabajos de María Francisca
Fernández Cáceres ("Condiciones de una decisión político-intelectual: Manuel Sacristán hacia 1956") y de Juan Gustavo Holguín ("El intelectual ante el acontecimiento histórico. El caso de Enrique Tierno Galván y su valoración de la vía chilena"). Este es el mejor modo de situar el
trabajo intelectual en su contexto sociopolítico. En segundo lugar, los
espacios de sociabilidad, todo ese universo de editoriales, Congresos,
revistas, tertulias, asociaciones y partidos, que hacen el día a día de la vida
intelectual. En este marco tiene lugar uno de los procesos privilegiados en
este libro: el análisis de las recepciones y de las importaciones. Así sucede
con los trabajos de Adriana Razquin ("Apuntes para una recepción de La dominación masculina de Pierre Bourdieu entre el feminismo del Estado español") sobre la acogida de La dominación masculina (1998), de Pierre Bourdieu, por el
feminismo español, el de Jesús González Fisac ("Política y feminismo en Judith Butler") sobre el impacto de Butler en el
feminismo, o el de María Nohemí González ("La identidad como ficción y la identidad como estrategia de agencia. La teoría de Judith Butler") sobre la instrumentación de Butler en
las ciencias de la educación latinoamericanas. Por último, en todos los capítulos
que componen la obra se aborda el estudio de las generaciones, y dentro de
ellas, el papel desempeñado por los debates, cuyo análisis permite una
verdadera vivisección del campo intelectual.[3] Aunque el modelo de las
“generaciones” no parece estar hoy en su mejor momento, las autoras y autores
de este libro han sabido revitalizarlo, tonificando el viejo concepto
orteguiano con las aportaciones sociológicas más convenientes (Mannheim,
Mauger), incorporando en particular la distinción capital entre unidad,
complejo y localización generacionales.
A pesar
de estos denominadores comunes, que denotan un mismo aire de familia en las
colaboraciones aportadas (no en vano son resultado del trabajo en un mismo
grupo de investigación, el HUM-536), el cuerpo del libro dista de ser
homogéneo. Existe un marcado contraste entre acercamientos más analíticos, como
los dedicados a sondear las recepciones de Bourdieu o Butler por el feminismo,
o a indagar los itinerarios de Sacristán y Tierno Galván, y el texto de María
Nohemí González, de naturaleza mucho más instrumental, pues propone utilizar la
“caja de herramientas” butleriana para fortalecer el tratamiento de la
relaciones de género en las investigaciones latinoamericanas sobre educación.
En una
primera lectura, salta a la vista que los autores y autoras de los distintos
capítulos ejercen como verdaderos especialistas en los temas que han elegido.
Pero la erudición y el rigor no son por ello las principales virtudes que
exhibe el volumen. Por una parte destaca la capacidad para explorar
intersecciones entre territorios distintos; entre feminismo y teoría queer; sociología y estudios de género;
entre los campos intelectuales francés y español o entre el universo político
chileno y el de la filosofía española;[4] entre el comunismo
occidental y el que imperaba en la península, entre género y educación. Por
otro lado, cada contribución muestra un agudo sentido del problema, no se trata
de descripciones planas acerca del “autor y su obra”. Estos son pretextos para
afrontar conflictos de mucho calado que conectan entre sí actitudes
intelectuales y tomas de posición en el terreno político, discursos y acciones.
En esta
estela, Adriana Razquin se pregunta por qué ha sido tan limitada la recepción
de La dominación masculina en el
marco del feminismo español, tanto en el polo militante como en el académico.
Jesús González Fisac interroga acerca de la difícil relación entre las
propuestas de Judith Butler y el feminismo, dado que la primera pone en tela de
juicio precisamente el juego de las categorías identitarias, que parece
inherente a la tradición feminista.
En esta
misma senda de dar sentido a las incomprensiones y cartografiar el panorama de
la circulación internacional de las ideas, María Nohemí González –forjadora de
la red de investigación HILA y alma de este ensayo colectivo, recurre a los
conceptos de Butler para complicar y fecundar la perspectiva de género en el
ámbito educativo. Este dominio, en el caso latinoamericano, se ha mostrado
hasta la fecha muy reticente con los planteamientos butlerianos, prefiriendo
bien el recurso a la propia herencia vernácula (Paulo Freire), bien la
incursión en la tradición europea que representan Michel Foucault o Pierre
Bourdieu.
Juan
Gustavo Holguín, por su parte, opta por hacer chirriar escenas políticas e
intelectuales dispares. Explora en qué medida la experiencia chilena del
socialismo de Allende, en su éxito inicial y en su trágica interrupción,
modificó la trayectoria intelectual de un gran marxista español, Enrique Tierno
Galván, a la vez pensador y hombre político. Le acompaña, en el trabajo que
cierra la recopilación, María Francisca Fernández Cáceres. Esta pretende dar
cuenta de otro enigma asociado al análisis de una trayectoria. ¿Cómo explicar
el viraje político hacia el compromiso comunista en un filósofo formado en el
falangismo y autor de una tesis doctoral, redactada hacia 1957, sobre Martin
Heidegger? Se trata de un experimento con vistas a relacionar una singladura
intelectual con un contexto político y filosófico cambiante, tanto en España
como en la escena internacional.
En este
afán por atender a lo afilado del problema, por mantenerse en la tensión más
allá de la plácida explicación histórica retrospectiva, donde todas las piezas
parecerían encajar armónicamente en la trama narrativa, las contribuciones de
este libro revelan el fuelle filosófico de quienes lo han compuesto. En todas
ellas se trata de pensar, esto es, no de obviar las dificultades sino de
insistir en ellas. Su trabajo no aporta sólo un resultado tangible, producto de
una colaboración entre las dos orillas del Atlántico; es también la promesa de
un fructífero porvenir.
[1] Un ejemplo, en este último caso, lo
constituye la obra coordinada por Altamirano, Carlos (dir.): Historia de los intelectuales en América
Latina, 2 vols., Buenos Aires, Katz Editores, 2010
[2] En la delimitación de estas dimensiones seguimos a Morente Valero, Francisco: “Más allá del páramo. La
historia de los intelectuales durante el franquismo”, en Frías, C., Ledesma, J.
L. y Rodrigo, J. (eds.): Reevaluaciones.
Historias locales y miradas globales. Actas del VII Congreso de Historia Local
de Aragón, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2011, pp. 41-76
[3]
Esta
importancia de los debates ha sido recientemente enfatizada por Moreno Pestaña, José Luis: La norma de la filosofía. La configuración de patrón filosófico español
tras la Guerra Civil, Madrid, Biblioteca Nueva, 2013
[4] Sobre la escasez y necesidad de estudios
comparados entre campos intelectuales de países diferentes, véase Cristophe
Charle: Les intellectuels en Europe au
XIXe siècle. Essai d’histoire comparée, Paris, Seuil, 2001, p. 11
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