Acaba de publicarse en Editorial UCA, el libro de Francisco Vázquez titulado Georges Canguilhem. Vitalismo y Ciencias Humanas, Cádiz, Editorial UCA (Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz), 2018, 199 pp. Se añade debajo un resumen del contenido:
La obra del filósofo y médico francés Georges Canguilhem (Castelnadaury 1904- Marly le Roy 1995), maestro reconocido de Michel Foucault, conoce en la actualidad un extraordinario revival. Este se produce tanto a escala nacional francesa como internacional, y con un radio interdisciplinar, involucrando a especialistas de las más diversas materias (genetistas, ecólogos, neurocientíficos, biotecnólogos, médicos, sociólogos, psicólogos, historiadores de las ciencias, filósofos). Este despegue del interés se inició poco antes de su fallecimiento, y queda testimoniado en la multiplicación de coloquios sobre su pensamiento, monografías en forma de libros o de números de revista, traducciones de sus escritos a diversas lenguas y centros de investigación y documentación que llevan su nombre.
El libro que se presenta es una monografía de investigación sobre la obra filosófica de Georges Canguilhem, la primera que saldría publicada en castellano (la única existente en el mercado editorial es una traducción de la monografía francesa de Pierre Macherey: De Canguilhem a Foucault: La fuerza de las normas, Madrid, Amorrortu, 2011).
Está dividido en tres partes. La primera titulada “Vitalismo”, afronta el problema ontológico del vitalismo, confrontando a Canguilhem con Ortega (cap. 1: Filosofía y vitalismo en Canguilhem y Ortega y Gasset) y con Michel Foucault (cap. 2: Vitalismo y Ontología en Canguilhem y Foucault). Este asunto del vitalismo ha cobrado hoy una inesperada actualidad, a tenor de las posibilidades abiertas por los desarrollos biotecnológicos y de las disputas acerca del posthumanismo y el transhumanismo, que ponen en solfa las viejas distinciones entre naturaleza y cultura y entre máquina y organismo, apuntando a una nueva definición de la condición humana. Aunque está probado que Canguilhem tuvo cierta familiaridad con la cultura española, no hay ningún testimonio que constate su aproximación a la obra de Ortega. Sin embargo la tentativa de construir, en medio de una Europa devastada por el “asalto a la razón”, un vitalismo armonizado con la tradición de las Luces lo acerca al autor de las Meditaciones del Quijote. Recurriendo al instrumental de la sociología de la filosofía, se trata de comprender la eclosión de esta opción improbable en los campos filosóficos español y francés del siglo XX. Un asunto muy distinto es la confrontación de Canguilhem con Foucault. En este caso se trata de un trasiego entre maestro y discípulo. En el primero el vitalismo, más allá de presentarse como posición ontológica, representa una alternativa moral, pues implica la toma de partido afrontada como Faktum originario. En el segundo, en cambio, el rechazo a invocar instancias trascendentales no está exento de recaídas fundacionalistas o naturalistas más o menos reprimidas, de modo que el vitalismo aparece como la apelación a una ontología que no se atreve a decir su nombre.
La segunda parte, titulada “Las ciencias humanas”, está dedicada a explorar el diálogo de Canguilhem con esas disciplinas. Generalmente este autor ha sido presentado como un filósofo e historiador de la medicina y de las ciencias de la vida. Hoy sabemos sin embargo que estas materias constituían para él el banco de prueba para una construcción teórica más ambiciosa, una filosofía de los valores que detecta, ya en la vida biológica, una normatividad, una actividad creadora de valores que el ser humano y la sociedad se limitan a proseguir. La reflexión sobre lo vital conduce por tanto hacia lo social, hacia la reflexión acerca del estatuto de las normas sociales y de las regulaciones políticas, afectando de lleno al ámbito de las ciencias del hombre.
Comparece en primer lugar la crítica canguilhemiana de la psicología (cap. 3 “Canguilhem y la psicología”), que adelanta en algunos aspectos lo que habría de ser el planteamiento de Foucault, pero conservando su propia singularidad, tanto en el cuestionamiento epistémico de los saberes “psy” como en la interrogación acerca de las implicaciones ético-políticas de estas disciplinas. En segundo lugar se pasa revista a un asunto poco conocido: la relación de Canguilhem con la Geografía y su encuentro con las aportaciones de la historia social impulsada por los fundadores del grupo de los Annales (cap. 4 “Canguilhem: la historia y la geografía. El encuentro con la escuela de los annales”). La escuela geográfica de Vidal de La Blache y las contribuciones de Lucien Febvre, Marc Bloch, Georges Friedmann y Maurice Halbwachs dejaron una impronta duradera en la trayectoria de Canguilhem, que se deja ver en su modo de escribir la historia de las ciencias.
La segunda parte se cierra con una confrontación peculiar porque, más allá de sus repercusiones de orden epistémico, concierne a las derivaciones políticas de Canguilhem en el ámbito de la movilización y la construcción de identidades a partir de las peculiaridades biológicas de los individuos y de su eventual estigmatización: anorexia, autismo, sordera, esquizofrenia, fibromialgia, movilidad reducida, etcétera (cap. 5 “Canguilhem y los Disability Studies). Una filosofía que tiene su meollo en el problema de la anomalía y de la distinción entre lo normal y lo patológico, no podía dejar de interpelar al campo de los Estudios sobre Discapacidad (Disability Studies) y al movimiento mismo de los discapacitados (Disability Movement). Aquí se pone a prueba el pensamiento de Canguilhem a la hora de trascender el antagonismo entre los modelos biomédico y social de la discapacidad, cuestionando al mismo tiempo la difundida noción de “diversidad funcional.
La tercera y última parte del libro, titulada “Recepciones”, se dedica a explorar la acogida de la obra de Canguilhem, tanto en Francia como en España. Para estudiar lo primero se utiliza el caso de Foucault y de su peculiar modo de entender la obra de Canguilhem (cap. 6 “La recepción de Canguilhem en la obra de Foucault”). Dado el extraordinario éxito cosechado en el mundo intelectual por el pensamiento foucaultiano, no sólo en Francia, sino sobre todo en Estados Unidos y desde ahí a escala planetaria, la imagen del maestro construida por el discípulo es probablemente la que más influencia ha tenido.
El libro finaliza reconstruyendo la recepción de la dupla Bachelard/ Canguilhem en el campo intelectual español emplazado entre el tardofranquismo y la Transición (cap. 7 “La recepción de Canguilhem y Bachelard en España 1960-1980”). Como la filosofía y la historia de la ciencia practicada en España desde la década de los sesenta se inspiraba en la tradición analítica angloamericana, la incidencia de la epistemología francesa en este campo fue extraordinariamente limitada. Más allá de referencias puntuales, casi siempre asociadas al mundo cultural barcelonés, tradicionalmente francófilo, en ámbitos como la historia de la medicina, la antropología o la sociología, o de iniciativas editoriales como la de Anagrama, la obra de Bachelard y Canguilhem sólo empezó a ser tenida en cuenta al hilo de la polémica suscitada por la lectura de Marx promovida por Althusser. Como se sabe, el autor de Pour Marx, cuya obra fue muy difundida en los círculos de la intelectualidad antifranquista de izquierdas, remitía, en cuestiones de epistemología, a la tríada conformada por Bachelard, Canguilhem y Foucault. Las diatribas en contra o a favor de las aportaciones de estos autores dependían del partido que se tomara en relación con la interpretación de Marx defendida por Althusser y por sus discípulos. Por esta razón esa recepción dice más acerca de las propias batallas del universo intelectual español que acerca de la obra de los epistemólogos franceses.
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