“No hemos terminado de repetir a Spinoza: la negación de toda trascendencia. Todo está aquí. Con esto tenemos bastante para sufrir como para gozar. Los otros mundos no son sino modos de ser del único mundo que es el nuestro”. Mariano Peñalver, "Ni Impaciente ni Absoluto o cómo disentir de lo único", Sevilla, Fundación José Manuel Lara, 2004, p. 202
Thursday, November 22, 2007
EL OTRO Y EL CUERPO. Entrevista con Francisco Vázquez en "Cádiz Información"
El otro y el cuerpo (véase vínculo en http://www.publicacionesdelsur.net/historial/domingo/diarios/cadiz/cadiz/act_local/07diarios.htm
La sociología del cuerpo y los estudios sociales sobre la sexualidad también han encontrado un espacio en la investigación gaditana, a través de un grupo de historiadores y filósofos que trabaja desde hace años en el problema de la alteridad en el mundo actual. El ex decano de la Facultad de Filosofía y Letras y catedrático Francisco Vázquez García explica en esta ocasión a ‘Información Cádiz’ sus últimas investigaciones sobre la homosexualidad masculina y la prostitución femenina en España.
Por José García
Las aportaciones y métodos de investigación que Pierre Bourdieu o Michel Foucault han legado al estudio de la historia y sociología del cuerpo y la sexualidad también ha encontrado un hueco en la Universidad de Cádiz.
Francisco Vázquez García, catedrático de Filosofía de la UCA, forma parte del grupo de investigación sobre el problema de la alteridad en el mundo actual. Circunscribiéndose su trabajo desde hace años al estudio social de la sexualidad. Títulos propios como Sexo y razón. Una genealogía de la moral sexual en España, que coescribió con Andrés Moreno Mengíbar, tratan de aplicar el método genealógico de Foucault a la historia de la moral sexual en España. El objetivo último era tratar de desentrañar cómo se ha estigmatizado históricamente a determinadas personas en función de la sexualidad.
Vázquez y Moreno se llevaron al menos siete años revolviendo en archivos y documentos originales para describir los procesos de medicalización de la sexualidad durante la Modernidad en España. Analizando factores como la aparición en el siglo XIX de la categoría médica del perverso, que procede del concepto históricamente previo del sodomita; el control de la masturbación en el niño; la emergencia clínica de la mujer histérica o la ninfómana y las políticas de higienización de la prostitución; y finalmente, el hermafroditismo y la intersexualidad como preludio histórico de la categoría médica de transexualidad.
Estas investigaciones se llevaron a cabo en colaboración con el Instituto de Historia de la Ciencia del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y en contacto también con hispanistas y sociólogos franceses y británicos.
Precisamente con Richard Cleminson, Vázquez ha publicado recientemente Los invisibles. A History of male-homosexuality in Spain (1850-1940). En este trabajo se intenta ya valorar los límites del propio modelo foucaultiano aplicado a la realidad estrictamente hispana. Las distancias se manifiestan en muchos aspectos evidentes. Así, Foucault contrapondría siempre las teorías y prácticas del psicoanálisis a los de la eugenesia. Una autonomía que no se produciría en la psiquiatría española, que resultó mucho más ecléctica.
El enfoque de Vázquez y sus colaboradores es construccionista y nominalista histórico. Es decir, se aleja de todo esencialismo histórico. Así, aplicado a la investigación de la conducta homoerótica, por ejemplo, no cabría establecer apenas relación entre sus expresiones en la Baja Edad Media y en el San Francisco del siglo XX.
Las referencias a la homosexualidad masculina se ha cruzado, a lo largo de la Historia, con cuestiones políticas consideradas centrales. Así, el desprecio del afeminamiento ya se encuentra en el miedo a la desvirilización de la patria de algunos regeneracionistas tan conocidos como Joaquín Costa. Por otro lado, parte del anticlericalismo se fundamentará en que los sacerdotes son invertidos y pervertidos y constituyen un peligro para los niños.
En el mismo movimiento obrero, la cultura de la virilidad que implica la organización de huelgas y protestas se manifiesta muy a menudo definiendo al oponente de clase como pervertido o invertido.
El análisis de las subculturas homosexuales también ha sido muy exhaustivo en su trabajo. Vázquez relata la existencia, en la época de Alfonso XII, de establecimientos como El ramillete, un club de baile vinculado a lo que en algún momento pudo definirse como la emergencia de una “masonería rosa”, y que contaba ya con sus propias ceremonias y signos de reconocimiento.
En España, el término homosexualidad no empezará a utilizarse hasta después de 1920, y hasta entonces serán predominantes categorías como invertido o esteta. Invertido definirá más una categoría de género que de sexo: un cuerpo de hombre en una mente de mujer. La conducta sexual no será más que una derivación secundaria de lo primero. En Europa, sin embargo, se distingue un aspecto del otro.
Jurídicamente, España sigue la tradición del código napoleónico. El primer ordenamiento con esta orientación realmente aplicado aparece en 1848, donde no están penalizadas las relaciones entre personas del mismo sexo. Sin embargo, el articulado sobre abusos deshonestos podría interpretarse para perseguir algunas expresiones del homoerotismo.
Con todo, el primer código que penalizará abiertamente estas conductas será el de Primo de Rivera, en 1928. Es la primera vez que se discute públicamente de la cuestión. Así, la criminología de Lombroso y su teoría de la defensa social sostendrá que la forma de vida homosexual merma la población y constituye un peligro para el futuro biológico de la nación, que es el niño. Gregorio Marañón y el jurista Jiménez de Asúa sostendrían que se trata de un aspecto biológico de la conducta que no hay que penalizar sino curar. Pero también habrá relatos en primera persona, como los de Álvaro Retama, que habla de una vida de entendidos, modernos, muy creativos desde el punto de vista artístico.
La II República también contará con una subcultura muy visible en ciudades como Madrid y Barcelona, y con la dictadura de Franco, como se sabe, se aplicará férreamente la penalización con normativas como la Ley de Vagos y Maleantes y la Ley de Peligrosidad Social.
—Persecución y cura—
Cuando psicopatología y criminología se dan la la mano en la Historia
Teorías biologicistas y construccionistas se han aliado a lo largo de la Historia para perseguir a los gays, bien categorizándolos como enfermos o como viciosos. Sin embargo, para Francisco Vázquez, en ciencias sociales la postura rigurosa sólo puede ser construccionista. En todo caso, continúa explicando este profesor, que algo responda a una construcción social no quiere decir que sea ficticio. El construccionismo aplicado al estudio de la sexualidad comienza, efectivamente, con Foucault. Pero Vázquez subraya también que su modelo está condicionado por una óptica noroccidental. Así, según se ha revelado durante sus largos años de estudio, en los países mediterráneos la medicalización de la homosexualidad no fue tan intensa, y se produce más bien una simbiosis ecléctica entre las categorías y métodos de la teorías psicopatológicas y las criminilógicas que llegan desde Europa. Así, incluso bien entrado el siglo XX, en España se siguen utilizando categorías premédicas, como las de activo y pasivo, fusión de patología y vicio adquirido. Foucault habla de un salto de la categoría del sodomita al homosexual que aquí no fue tan brusco.
Mujeres de pago
El profesor Francisco Vázquez también es coautor de títulos como Poder y prostitución en Sevilla. Y sus investigaciones en este ámbito del comportamiento sexual también han resultado exhaustivas.
Para su trabajo en este campo ha manejado archivos de toda Andalucía remontándose en muchos casos hasta del siglo XIV. En algunas ocasiones con una perspectiva política que lo aleja de las tesis del abolicionismo y el reglamentarismo.
Los burdeles aparecen en España a finales de la Edad Media, entre el siglo XIV y el XV. Entonces se opera un proceso de administración regulada de este comportamiento considerado como pecado menor. Así, la “fornicación con solteras”, como se entenderá entonces la prostitución, se considerará menos peligrosa que la sodomía o las más que frecuentes violaciones de doncellas que provocaban verdaderas reyertas entre familias rivales. También se la considerará menos peligrosa que la masturbación.
Esta situación durará hasta la Contrareforma. En la Europa protestante hacía ya tiempo que se perseguía la prostitución. Pero en España las campañas contra los burdeles no comienzan hasta finales del siglo XVI, con el afán de purificar las costumbres.
Las comenzarán sobre todos los jesuitas, con la intención que la prostitución sea abolida y considerada un delito por la Corona, en una interpretación muy propia de las tesis de San Agustín y Santo Tomás. Así, de ser considerada una cloaca de evacuación de numerosos males sociales pasará a concebirse como una escuela donde se multiplican los pecados.
La proscripción, aprobada en 1623, continuará hasta mediados del siglo XIX, cuando se opta por un férreo reglamentarismo. Los burdeles serán tolerados como negocio privado y se asume que la Ley no debe perseguir el amancebamiento.
El reglamentarismo obligará a las prostitutas a la revisión médica periódica. A finales del XIX se produce un cambio de política. La prostitución es entonces enorme, como los pisos para queridas, las criadas de café y espacios para la realización de prácticas sexuales no ortodoxas.
La crítica del reglamentarismo llega con los movimientos abolicionistas inspirados por el feminismo, la masonería o el anarquismo, que intenta liberar a las prostitutas de la explotación burguesa.
También aparece un neoreglamentarismo que asegurará que el modelo de atención sanitaria ha sido poco profesional y propone la creación de un órgano estatal de médicos, es decir, no de policías ni políticos, para el control de las prostitutas. La revisión deberá realizarse en dispensarios antivenéreos, no en el domicilio de las meretrices.
Esta será la postura que se impondrá hasta que en la II República, en 1935, se optará por el abolicionismo que apoyan socialistas, anarquistas y parte de la derecha. Los higienistas también sostendrán que se trata de una forma de esclavitud y un foco de transmisión de enfermedades. El anarquismo podrán en marcha durante la Guerra Civil los liberatorios de la prostitución.
Ya con Franco, en un contexto de epidemias de sífilis y enfermedades de transmisión sexual durante la contienda bélica, que afectará también a la tropa, se restablecerá el reglamentarismo, con dispensarios antivenéreos y permitiendo la apertura de burdeles sometidos a impuestos sanitarios.
En 1956, con la promulgación de la Ley de Peligrosidad Social, se criminalizará el proxenetismo y la prostitución.
Hoy día, la prostitución voluntaria está reconocida como un trabajo en Holanda y Alemania, pero en España se trata de copiar el modelo abolicionista de Suecia.
«La Filosofía no debería ser carrera sino formación complementaria»
Francisco Vázquez es un filósofo muy particular que entiende la filosofía como ciencia social crítica. Sus posturas a este respecto es clara y contundente: “La filosofía no debería ser una carrera por si misma, sino una formación que se ofrece como complemento de otras licenciaturas”.
Naturalmente, la asimilación de la filosofía a las ciencias sociales cuenta con muchos frentes de oposición. Quizá los filósofos sociales podrían asumir esta presunta sinergia. Sin embargo, quienes trabajan en el ámbito de la metafísica no se encuentran tan predispuestos a dicha asimilación.
Para Francisco Vázquez, en todo caso, ni siquiera en este ámbito cabría hablar de una disciplina filosófica autónoma. De acuerdo al catedrático, la metafísica es ontología histórica, en el sentido foucaultiano del término.
Nada posmoderno
El profesor asegura que la suya es una lectura nada posmoderna de la cuestión y de las aportaciones realizadas por Foucault en ámbitos como la ordenación de los saberes, la investigación de la institución manicomial, los sistemas de castigo y la prisión, la sexualidad, o el racismo.
De hecho, considerando su obra como conjunto, el propio Michel Foucault es difícilmente clasificable entre la filosofía y la sociología.
El intelectual posestructuralista es autor de obras de tanta trascendencia como Las palabras y las cosas, La arqueología del saber, Historia de la locura, Vigilar y Castigar, Historia de la sexualidad o Genealogía del racismo.
La misma Historia de la sexualidad, que constituye un trabajo de cabecera en la sociología del cuerpo que se desarrolla en la actualidad en algunas universidades europeas, entre ellas, la de Cádiz, permite alumbrar un movimiento histórico en el que el sexo, o más estrictamente, la carne, deja de considerarse un mero atributo para convertirse en todo un principio de identidad personal, que afecta a la propia inteligibilidad y sobre el que se desarrolla un importante dispositivo de control y dominación.
—Perfil investigador—
Una prolija trayectoria inspirada por el pensamiento francés contemporáneo
El catedrático de Filosofía Francisco Vázquez García fue decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UCA entre 2004 y 2005, y también es miembro del consejo de redacción de ‘Er, Revista de Filosofía’. Ha colaborado, además de en numerosas españolas y extranjeras, en ‘El Viejo Topo’`y en el suplemento cultural del ‘Diario de Sevilla’. Estudioso del pensamiento francés contemporáneo (escuela de los Annales, Canguilhem, Bourdieu, Foucault) y especialista en historia de la sexualidad en España. Entre sus títulos publicados se encuentra ‘Estudios de Historia de las Ideas’, ‘Perspectivas de Foucault’, ‘Estudios de Teoría y Metodología del Saber Histórico’, ‘Foucault. La Historia como Crítica de la Razón’, ‘Bourdieu. La Sociología como Crítica de la Razón’, ‘Tras la Autoestima. Variaciones sobre el Yo expresivo en la Modernidad tardía’, ‘Poder y Prostitución en Sevilla’, ‘Sexo y Razón. Una Genealogía de la Moral Sexual en España’, ‘Crónica de una Marginación. Historia de la Prostitución en Andalucía...’ y ‘Los Invisibles’. También tiene en imprenta ‘La invención del racismo. El Nacimiento de la Biopolítica en España’.
Monday, May 21, 2007
Richard Cleminson y Francisco Vázquez publican "Los Invisibles"
Research into homosexuality in Spain is in its infancy. The last ten or fifteen years have seen a proliferation of studies on gender in Spain but much of this work has concentrated on women's history, literature and femininity. In contrast to existing research which concentrates on literature and literary figures, "Los Invisibles" focuses on the change in cultural representation of same-sex activity of through medicalisation, social and political anxieties about race and the late emergence of homosexual sub-cultures in the last quarter of the twentieth century. As such, this book constitutes an analysis of discourses and ideas from a social history and medical history position. Much of the research for the book was supported by a grant from the Wellcome Trust to research the medicalisation of homosexuality in Spain.
Thursday, April 26, 2007
SEMINARIO MARIANO PEÑALVER. FILOSOFÍA Y HÁBITOS DEMOCRÁTICOS. ¿CÓMO EDUCAR EN VALORES CONSTITUCIONALES?
. Coordinadores: Prof. Dr. Juan Carlos Mougan Rivero (Universidad de Cádiz)
. Fechas: 12 al 14 de Julio de 2007
. Lugar: Aulario La Bomba.
. Duración: 20 horas
. Reconocimiento de Créditos: Se ha solicitado al Consejo de Gobierno de la UCA el reconocimiento de este Seminario con 2 Créditos de Libre Elección.
. Becas: La organización tiene previsto conceder diez becas de matrícula gratuita para estudiantes. El plazo de solicitud de estas becas finaliza el 15 de Junio de 2007. Los interesados/as deberán presentar solicitud de beca y currículo. Puede solicitar su beca a través de http://www.uca.es/secretaria/extension/
Esta Convocatoria se rige por los criterios y baremos que aparecen en la web:
http://www.uca.es/web/actividades/convocatoriasvicerrectorado/2007convocatorias/2007convocatoriabecas58cv/view
Programa:
Objetivo: Señalar cómo los valores democráticos se pueden hacer efectivos en hábitos que regulan el modo de vida de los ciudadanos en sus relaciones interpersonales. La educación en los valores constituciones deviene así un problema de la máxima relevancia para la consecución de una democracia de calidad. Se pretende en el curso reflexionar sobre estos problemas desde distintas perspectivas.
Jueves, 12 de julio
09.30 h. “¿Enseñar virtudes ciudadanas?”
Prof. Dr. Francisco Laporta San Miguel (Un. Autónoma de Madrid).
11,00 h. “La democracia constitucional como proyecto”
Prof. Dr. Ramón A. Vargas-Machuca Ortega (Un. de Cádiz).
Viernes, 13 de julio
09,00 h. “Sin educación democrática la corrupción política es inevitable”
Prof. Dr. José Rubio Carracedo (Un. de Málaga).
11,00 h. “Virtud y libertad del ciudadano en las sociedades democráticas”
Prof. Dr. Javier Peña Echevarria (Un. de Valladolid).
13,00 h. “Internet y ciudadanía”
Prof. Dr. José Félix Angulo Rasco (Un. de Cádiz).
Sábado, 14 de julio
09,30 h. “La Educación para la Ciudadanía y el aprendizaje de hábitos democráticos”
Prof. Dr. Antonio Bolívar Botía (Un. de Granada).
11,00 h. MESA REDONDA: “Filosofía y formación de la ciudadanía”.
INTERVIENEN: Prof. Dr. José Biedma López (Un. de Jaén), Prof. Dr. Luis Martín Muncharaz (Un. de Sevilla)
PRUEBA OBJETIVA ALUMNOS LIBRE ELECCIÓN.
Matrícula Ordinaria: 63 Euros
Matrícula Reducida: 39 Euros
Plazas máximas: 120
Saturday, March 3, 2007
Terrorismo global en la bahía: artículo de Francisco Vázquez
Terrorismo global en la Bahía
No es descabellado calificar el reciente cierre de Delphi como un acto de terrorismo global. Se trata en efecto de una acción súbita que arrasa con vidas y haciendas y lo hace despreciando a la ley -obsoleto instrumento de esa pieza de museo que es la soberanía nacional- y convirtiendo a las personas en objeto de un cálculo estratégico que sólo ve en ellas la condición de recursos rentables. La diferencia entre el terrorismo de sangre y el terrorismo industrial es que el primero mata ateniéndose a criterios de rentabilidad política mientras que el segundo abandona a su suerte a las víctimas aduciendo imperativos de rentabilidad económica. Todo apunta a que, pese a lo repentino del anuncio, la decisión de ese Ben Laden sin rostro que encarna este género de compañías había sido concertada desde hace años, siguiendo una estrategia tendente a adelgazar paulatinamente la empresa. Aunque el nivel de productividad de la planta fuera más que aceptable y los pedidos no faltaran, la suerte estaba echada; la expectativa de aumentar los beneficios gracias a los bajos costes salariales que ofrecía la instalación de la empresa en otros países era determinante.A veces tiende uno a figurarse que las compañías multinacionales funcionan como grandes monstruos fríos, más o menos monolíticos, donde mentes aviesas rigen los destinos de los gobiernos y de las personas. Nada más equivocado. El cuerpo de la multinacional moderna se asemeja en esto a la estructura celular y descentralizada que presentan las organizaciones terroristas más avanzadas. La firma crea en su interior un sucedáneo de mercado, donde las diferentes unidades productivas compiten entre sí en una desigual lucha darwiniana. Con objeto de atraer la inversión, los Estados del primer mundo compensan los relativamente elevados costes salariales con toda clase de prebendas -desde subvenciones por tipos de contratación hasta la concesión de terrenos e infraestructuras. La compañía vampiriza estos recursos que todos pagamos y cuando estima que hay mayores oportunidades de negocio en otro lugar, cierra la planta y deja en la calle a los empleados; ya se encargará la Administración de solventar el coste social de una operación en la que todo son ganancias. Por cierto, ¿quién paga los gastos sanitarios (alcoholismo, medicación antidepresiva), penales y de orden público (aumento de la conflictividad familiar, incremento de la delincuencia y de la población reclusa) e incluso educativos (crecimiento del fracaso escolar) que acompaña a maniobras tan rentables? Este tipo de bandidaje económico, presentado a veces como el efecto inevitable (colateral) de la globalización de los mercados alienta, paradójicamente, un intervencionismo estatal a gran escala. En primer lugar hay que intervenir para dar facilidades a la inversión; en una segunda vuelta debe intervenirse para paliar los destrozos causados por la misma. Mientras tanto, nuestros gobernantes siguen preocupados con el sexo de los ángeles de la realidad nacional y de los Estatutos reformados; como si la agenda política del país fuera dictada por los nacionalismos periféricos y por sus detractores. ¿Quién habla del deterioro del empleo, especialmente sensible en la provincia con mayor tasa de paro? ¿quién comenta la creciente fractura social entre integrados con acceso al trabajo estable y excluidos, cada vez más etnificados y asociados a la inmigración? ¿quién cuestiona la pérdida del escaso tejido industrial andaluz? Se dirá que la emergente división mundial del trabajo, cosméticamente bautizada de segunda modernización, obliga en Andalucía, y particularmente en Cádiz, a reorientar la economías hacia el sector de la industria turística, por no hablar del floreciente sector inmobiliario. ¿Van a acallar la protesta de la ciudadanía -que ve en el desastre de Delphi la prefiguración de su futuro posible- invocando otra vez la promesa de una California del sur? ¿Es la industria, donde se concentran los nichos de empleo más estable, la enfermedad y el turismo, reino del trabajo flexible y precario, el remedio? Pueden contarle esa milonga a las familias de los operarios de Delphi; pueden añadir la fábula del autoempleo y recordar con admonición la falta de iniciativa que aqueja a los andaluces. Pero ya no van a engañar a nadie, porque el asunto, para las víctimas de este atentado y para la ciudadanía que las respalda, no es ya preguntarse qué nos va a pasar sino afrontar qué podemos hacer.
No es descabellado calificar el reciente cierre de Delphi como un acto de terrorismo global. Se trata en efecto de una acción súbita que arrasa con vidas y haciendas y lo hace despreciando a la ley -obsoleto instrumento de esa pieza de museo que es la soberanía nacional- y convirtiendo a las personas en objeto de un cálculo estratégico que sólo ve en ellas la condición de recursos rentables. La diferencia entre el terrorismo de sangre y el terrorismo industrial es que el primero mata ateniéndose a criterios de rentabilidad política mientras que el segundo abandona a su suerte a las víctimas aduciendo imperativos de rentabilidad económica. Todo apunta a que, pese a lo repentino del anuncio, la decisión de ese Ben Laden sin rostro que encarna este género de compañías había sido concertada desde hace años, siguiendo una estrategia tendente a adelgazar paulatinamente la empresa. Aunque el nivel de productividad de la planta fuera más que aceptable y los pedidos no faltaran, la suerte estaba echada; la expectativa de aumentar los beneficios gracias a los bajos costes salariales que ofrecía la instalación de la empresa en otros países era determinante.A veces tiende uno a figurarse que las compañías multinacionales funcionan como grandes monstruos fríos, más o menos monolíticos, donde mentes aviesas rigen los destinos de los gobiernos y de las personas. Nada más equivocado. El cuerpo de la multinacional moderna se asemeja en esto a la estructura celular y descentralizada que presentan las organizaciones terroristas más avanzadas. La firma crea en su interior un sucedáneo de mercado, donde las diferentes unidades productivas compiten entre sí en una desigual lucha darwiniana. Con objeto de atraer la inversión, los Estados del primer mundo compensan los relativamente elevados costes salariales con toda clase de prebendas -desde subvenciones por tipos de contratación hasta la concesión de terrenos e infraestructuras. La compañía vampiriza estos recursos que todos pagamos y cuando estima que hay mayores oportunidades de negocio en otro lugar, cierra la planta y deja en la calle a los empleados; ya se encargará la Administración de solventar el coste social de una operación en la que todo son ganancias. Por cierto, ¿quién paga los gastos sanitarios (alcoholismo, medicación antidepresiva), penales y de orden público (aumento de la conflictividad familiar, incremento de la delincuencia y de la población reclusa) e incluso educativos (crecimiento del fracaso escolar) que acompaña a maniobras tan rentables? Este tipo de bandidaje económico, presentado a veces como el efecto inevitable (colateral) de la globalización de los mercados alienta, paradójicamente, un intervencionismo estatal a gran escala. En primer lugar hay que intervenir para dar facilidades a la inversión; en una segunda vuelta debe intervenirse para paliar los destrozos causados por la misma. Mientras tanto, nuestros gobernantes siguen preocupados con el sexo de los ángeles de la realidad nacional y de los Estatutos reformados; como si la agenda política del país fuera dictada por los nacionalismos periféricos y por sus detractores. ¿Quién habla del deterioro del empleo, especialmente sensible en la provincia con mayor tasa de paro? ¿quién comenta la creciente fractura social entre integrados con acceso al trabajo estable y excluidos, cada vez más etnificados y asociados a la inmigración? ¿quién cuestiona la pérdida del escaso tejido industrial andaluz? Se dirá que la emergente división mundial del trabajo, cosméticamente bautizada de segunda modernización, obliga en Andalucía, y particularmente en Cádiz, a reorientar la economías hacia el sector de la industria turística, por no hablar del floreciente sector inmobiliario. ¿Van a acallar la protesta de la ciudadanía -que ve en el desastre de Delphi la prefiguración de su futuro posible- invocando otra vez la promesa de una California del sur? ¿Es la industria, donde se concentran los nichos de empleo más estable, la enfermedad y el turismo, reino del trabajo flexible y precario, el remedio? Pueden contarle esa milonga a las familias de los operarios de Delphi; pueden añadir la fábula del autoempleo y recordar con admonición la falta de iniciativa que aqueja a los andaluces. Pero ya no van a engañar a nadie, porque el asunto, para las víctimas de este atentado y para la ciudadanía que las respalda, no es ya preguntarse qué nos va a pasar sino afrontar qué podemos hacer.
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